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La vida bajo los tres palos: la historia de Valentina González Soto

  • santiagoalarat
  • 7 oct
  • 3 Min. de lectura

Desde que era niña, Valentina González Soto se acostumbró a volar bajo los tres palos. Hoy, con la camiseta del Junior de Barranquilla Femenino y un pasado en la Selección Colombia de mayores, sigue demostrando que el esfuerzo, la paciencia y la pasión pueden abrirse camino en el fútbol colombiano.

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Valentina disputando un encuentro en el estadio villa concha de Piedecuesta.


Nació en Bogotá el 7 de febrero de 2002, pero el balón la ha llevado a recorrer distintas canchas del país y del mundo. Valentina González Soto es una arquera que no se detiene: empezó en torneos locales, pasó por varios equipos del fútbol colombiano y hoy defiende el arco del Junior Femenino, uno de los clubes con más historia del país.

Su historia con el fútbol comenzó desde muy pequeña. A los pocos años ya se destacaba por su habilidad y su seguridad en el arco. Antes de llegar al profesionalismo, Valentina hizo parte durante cinco años de un club amateur, donde fue formándose como arquera y viviendo los primeros pasos del fútbol femenino en Colombia. Ese equipo le abrió las puertas para probarse en La Equidad Seguros Femenina, justo cuando estaba a punto de crearse la primera liga profesional femenina en la historia del país.

En la entrevista que concedió, Valentina recordó esa transición del fútbol amateur al profesional. Para ella, “la diferencia más grande es la exigencia”. En el fútbol amateur dice “no nos pedían resultados, ni había tanta presión, era más formativo”. Pero en el fútbol profesional todo cambia: “ya hay una hinchada que exige, directivos que esperan resultados, estar arriba en la tabla, clasificar, cumplir objetivos… ya se siente esa responsabilidad de representar a un club grande”, explica. Esa madurez competitiva fue algo que, según cuenta, la ayudó a crecer no solo como futbolista, sino también como persona.

En 2017, Valentina debutó oficialmente con La Equidad Seguros Femenina, en aquella primera edición de la liga que marcó un antes y un después para el fútbol femenino colombiano. Su talento, reflejos y madurez la convirtieron pronto en una de las jugadoras más jóvenes y prometedoras de su posición. Allí empezó a construir una carrera que más tarde la llevaría a grandes experiencias.

Luego dio un salto importante al llegar a Independiente Santa Fe Femenino, uno de los equipos más fuertes del país, donde vivió una de sus etapas más felices: fue campeona y aprendió lo que significa competir en un club con historia y exigencia. Esa experiencia, según ha contado, le enseñó el valor del trabajo en equipo y la importancia de la disciplina.

Después vendrían nuevos retos en Llaneros FC y una experiencia internacional en el Al-Qadisiyah femenino, de Arabia Saudita. No fue fácil adaptarse a una cultura tan distinta, pero esa vivencia la fortaleció en lo personal y profesional. “Fue una oportunidad increíble, aprendí mucho dentro y fuera de la cancha”, ha dicho en entrevistas.

Hoy, con la camiseta del Junior de Barranquilla, Valentina vive una nueva etapa de madurez y liderazgo. En la Liga Femenina BetPlay 2025, ha sido una de las figuras del equipo, con actuaciones seguras y decisivas. Su estilo es tranquilo, pero firme: lee el juego, ordena a la defensa y transmite seguridad a sus compañeras.

Su talento también la llevó a vestir los colores de la Selección Colombia. Primero hizo parte de los procesos Sub-20, y en el año 2022 fue convocada por la Selección Femenina de Mayores, un logro que confirmó su crecimiento y la ubicó entre las arqueras con mayor proyección del país. Haber estado en ese grupo fue un reconocimiento a su trabajo constante y a su capacidad para competir al más alto nivel.

Pero Valentina no solo piensa en su carrera: también alza la voz por las condiciones del fútbol femenino. En una de sus declaraciones, dijo que le gustaría que en Colombia se jugaran dos torneos al año, igual que en la liga masculina. “Nosotras también necesitamos ritmo y continuidad, merecemos las mismas oportunidades”, afirmó, reflejando el sentir de muchas jugadoras.

Fuera de la cancha, Valentina es una joven tranquila, disciplinada y enfocada. Sus redes muestran una mezcla entre fútbol, familia y momentos sencillos que reflejan su personalidad. Aunque ha tenido que enfrentar sacrificios y cambios, su amor por el deporte siempre ha sido más fuerte.

Hoy, con los guantes puestos y la mirada firme, Valentina González Soto sigue soñando. Cada atajada no solo defiende un resultado: también protege la ilusión de miles de niñas que quieren ser futbolistas.

 


 
 
 

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