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Spotlight y el silencio que los medios no deben repetir

  • rojasmc
  • 29 jul
  • 2 Min. de lectura

Spotlight, estrenada en 2015 y basada en hechos reales, nos muestra la investigación del equipo periodístico del Boston Globe sobre los abusos sexuales cometidos por sacerdotes católicos y encubiertos por la Iglesia en Boston.


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Durante la película, uno de los momentos sensibles fue la discusión sobre por qué la historia no había sido divulgada años atrás.


Carlos Santiago Rojas Martínez


Ver Spotlight me hizo reflexionar sobre el verdadero sentido del periodismo. Más allá de informar, su papel debe ser el de buscar donde nadie quiere, incomodar al poder y darle voz a quienes no la tienen. La película no solo narra una investigación impactante, sino que muestra el valor de un periodismo comprometido, que no se deja llevar por la prisa ni por el espectáculo, sino por la búsqueda de la verdad.


Algo que me pareció muy importante es ver cómo el equipo de periodistas no se conformó con contar casos apartados: su objetivo era demostrar un patrón de encubrimiento por parte de una de las instituciones más poderosas del mundo. Esa decisión de esperar, investigar a fondo, no publicar hasta tener pruebas irrefutables, muestra un nivel de responsabilidad que muchos medios actuales han perdido. Esto me ayudó a pensar en cuántas verdades se ocultan hoy por miedo, comodidad o intereses económicos.


También me parece muy interesante cómo la película expone todo lo que tiene que ver con la ética del oficio. No solo se trata de tener datos, sino de saber cómo tratarlos, cómo hablar con las víctimas, cómo asumir errores pasados, por lo cual me pareció valiente que los propios periodistas reconocieran que, años atrás, su medio había ignorado señales importantes. Este pequeño acto de autocrítica, poco común en cualquier profesión, es parte de lo que define al buen periodismo y al buen periodista.


Por lo cual Spotlight no es solo una gran película, sino que nos recuerda por qué el periodismo sigue siendo esencial en cualquier sociedad democrática. Me dejó con la certeza de que, cuando se ejerce con rigor, ética y compromiso, el periodismo no solo informa: transforma. Y eso, en tiempos de desinformación y superficialidad, es más necesario que nunca.

 
 
 

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